Baños del Alcázar Califal
Córdoba fue la ciudad más poblada del mundo durante dos siglos – siglos X al XII-
Esta enorme población de entre medio y un millón de habitantes, tuvo la oportunidad de disfrutar de más de tres centenares de mezquitas y baños públicos por toda la ciudad. Algunos expertos señalan, que la cifra pudo ser mucho mayor.
A veces las casualidades hacen que se descubran joyas que han permanecido ocultas a lo largo de los siglos.
Es el caso de los baños del Alcázar de los Omeyas. Sus restos se descubrieron de forma casual en 1903 en el Campo Santo de los Mártires; un lugar que se ha asociado en la historiografía local, al sitio donde durante el Bajo Imperio romano se sometió a martirio a los que creían en la doctrina de Cristo; cuando aún no era oficial el cristianismo en el Imperio romano.
Estos baños pertenecieron al Alcázar califal, sede del poder de los Omeyas en la época de máximo esplendor de la ciudad. Fue el epicentro del poder islámico durante décadas.
Hay evidencias arqueológicas que hablan de la existencia de un palacio ya en época romana y visigoda. Este estaría dedicado al cobro de los impuestos del rio Guadalquivir, y en general de la ciudad. También sería la sede del poder de los gobernantes de la ciudad durante siglos. Por eso no es de extrañar, que los musulmanes convirtieron este enclave en el centro de su poder.
Un Alcázar que disponía de palacios, sedes administrativas, jardines, huertos; y por supuesto unos baños.
Se realizaron bajo el califato de Alhaken II y replicaban el orden de las termas romanas -salas frías, templadas, y calientes- en diferentes estancias cerradas con bóvedas. El hecho de tener capiteles y columnas de mármol, indican que los baños tuvieron un carácter suntuoso bastante elevado. Los investigadores piensan que fueron los más importantes de la ciudad. Incluso según narra el investigador Miguel Muñoz Vázquez, sirvieron de harén del califa.
Fueron reutilizados por los almorávides y almohades hasta el final de dominio de estos últimos en el año 1213. Estos introdujeron algunos cambios en la decoración, la cual, se conserva en parte en el Museo Arqueológico de Córdoba.
El Alcázar califal constaba de cuatro grandes pabellones. Uno de ellos, el más cercano a la
Mezquita, que un día sirvió de residencia al Califa, fue donado por Fernando III al obispo de Córdoba en 1238. Los tres restantes pabellones se los reservó el monarca, siguiendo los baños en uso casi un siglo más.
Alfonso XI decidió soterrarlos durante su reinado, para crear una gran plaza de armas en su lugar. No sería hasta 1903, que el arqueólogo Rafael Ramírez de Arellano los descubrió, pero volvieron a ser enterrados durante cinco décadas más.
A principios de los años sesenta del siglo pasado, los arqueólogos Félix Hernández -uno de los grandes arqueólogos de Medina Azahara- y Rafael Castejón, sacaron a la luz dicha construcción y confirmaron el tamaño de aquel enclave.
No sería hasta el año 2006 cuando después de un par de años para su adecuación, los Baños Califales se abrieron al público.
En la actualidad forma parte del centro histórico de Córdoba, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994.
Una de las salas de exposición de los baños del Alcázar Califal.
Dibujo de como habría sido hace siglos el Alcázar de los Omeyas. Estaba conectado a la Mezquita por un puente cubierto.