Antiguo convento del Corpus Christi
Podríamos decir que estamos en un lugar que durante su
historia se ha puesto al servicio de la inspiración. Primero para la divina,
siendo convento desde el s.XVII hasta finales del s.XX y actua lmente para la
artística, como fundación Antonio Gala para jóvenes creadores.
La estructura del edificio aún mantiene la fisonomía del antiguo
convento y que, como cualquier monasterio, tenía como partes esenciales la
iglesia y la clausura. En este plano podemos apreciar las distintas estancias:
El punto rojo está justo ante la puerta de la iglesia, precedida por un atrio, que compuesto por un recinto porticado por tres arcos de medio punto. En este monasterio residió la rama de las Dominicas, que fueron traídas de Toledo a petición de Fray Diego de Mardones, que era obispo de Córdoba en aquel año de 1608, cuando se funda este convento. De hecho se conserva el escudo episcopal de este obispo sobre la puerta de acceso a la clausura.
Y es la clausura el eje vertebrador del edificio, pues en
ella se distribuían las distintas dependencias para la vida de las monjas. El
patio central o claustro era el centro de la vida del convento, porque a él
daban las puertas de acceso de las diferentes salas que conformaban un
monasterio: el refectorio (comedor común), la sala capitular (el lugar de reunión de la
comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde la
priora o el prior organizaba las distintas tareas a seguir por las monjas o
frailes. Era la sala que solía estar más ricamente decorada), la biblioteca (donde se encontraban libros de
liturgia, teología o vidas de santos), el acceso
directo a la iglesia y las celdas donde
dormían. Además, el patio era el único espacio abierto, por el que recibir la
iluminación. En él se solían situar pozos y fuentes, así como árboles frutales
y flores, convirtiéndolo también en un lugar para la recreación de las monjas.
Y en ese mismo lugar donde se recreaban las monjas, hacían
sus labores y dormían, actualmente duermen y dan rienda suelta a su creatividad
jóvenes artistas que gracias a la Fundación Antonio Gala, pueden desarrollar
sus propios proyectos literarios, musicales o plásticos. Se convocan anualmente
unas veinte plazas para jóvenes de entre dieciocho y veinticinco años en lengua
castellana , que viven en comunidad, siendo becados y residiendo aquí, en la
misma sede, durante un año. Y al igual que un convento se fundaba y mantenía
por donaciones privadas, la Fundación Antonio Gala es financia da por
donaciones particulares y empresas privadas.
Las distintas estancias del convento han sido aprovechadas
para su función actual. La iglesia es actualmente el salón de actos, que está
presidido por un mosaico romano. La sala capitular acoge la exposición
permanente de la fundación, dedicada a la figura de su presidente, el famoso
escritor Antonio Gala. Un escritor precoz, pues a los cinco años ya escribió su
primer relato corto y a los siete su primera obra teatral. Ha escrito novelas,
poemas, ensayos y artículos para periódicos como el Mundo o el País, recibiendo
distinciones como el Premio Nacional de Literatura, el Premio Planeta, el
Adonáis, etc. En definitiva una persona imprescindible para la cultura
literaria contemporánea y que siente devoción por nuestra ciudad. En la zona
que correspondía a la portería del convento y el noviciado, que era el lugar
donde vivían las novicias, que eran aquellas jóvenes que estaban en un periodo
de prueba y se estaban preparando para ser monjas y entrar en la clausura,
haciendo los votos monásticos de pobreza, obediencia y castidad se han
aprovechado como salas para las exposiciones temporales tanto de los mismos
jóvenes de la fundación como para otros artistas externos.
El hecho de haber sido un edificio con tanto ir y venir de
gente, ha propiciado que aquí hayan tenido lugar varias anécdotas o episodios
curiosos, entre ellos el del crimen de “La Monjera” a mediados del
s.XIX. ¿Alguien imagina quién pudo ser esta señora? Bien, en
la mayoría de conventos, al estar las monjas en clausura, necesitaban a alguien
que les hiciese los recados y por eso solía vivir una persona o una familia en
alguna dependencia del convento, que solía ser la más próxima a la portería.
Pues en el caso de este convento era un matrimonio con un hijo pequeño los que
vivían aquí, y por ser los recaderos de las monjas a este matrimonio se les
denominaba “los monjeros”. Una mañana, el marido fue a hacer la compra y al
volver se encontró a su mujer, “la monjera” muerta, y a su hijo escondido bajo
las sábanas de la cama, y es que un ladrón había intentado entrar a robar al
convento y al oponerse la mujer a darle las llaves, la apuñaló delante del
hijo, al que amenazó con que si gritaba, haría lo mismo con él. Con el tiempo
se descubrió al asesino y entró en prisión.
Por otra parte, en esta misma calle se situaba el teatro
principal de la ciudad, hoy teatro cómico, y la comunidad de dominicas solía
quejarse de no poder realizar su vida contemplativa ni vivir en el silencio que
requería la clausura por el ruido y el alboroto que había en los descansos de
las obras teatrales. Y al parecer nunca fue del agrado para las monjas la
situación del convento, y es por ello que lo abandonan en 1992 y se van a un
gran edificio que se encuentra entre la Facultad de Medicina y la Escuela
Politécnica, donde residen actualmente.