En el fascinante entramado histórico de la Mezquita-Catedral de Córdoba, una estructura singular e inigualable, se teje un velo de misterio alrededor de sus pasadizos secretos, en esta entrada nos proponemos discernir lo que hay de real dentro de las múltiples leyendas y misterios que de la Mezquita-Catedral, se han ido creando a lo largo de la historia. ¿Qué hay de cierto y qué ha creado el imaginario popular?
Hay que tener en cuenta que la leyenda más conocida es aquella que nos cuenta la existencia de una pasadizo secreto que unía la Mezquita con otro de los lugares reconocidos por la Unesco como patrimonio mundial, Medina Azahara. Ambos complejos edilicios tienen que ver con la magnificencia en torno a la figura del califa, uno por tratarse del lugar de culto, cuyo máximo exponente era el califa como líder supremo de los creyentes, y el otro como el lugar de residencia del líder político, o sea, el mismo califa, en este caso hablamos de Medina Azahara, símbolo de poder de la dinastía omeya.
Ese pasadizo roza el plano de la leyenda dado que no ha habido ningún hallazgo arqueológico que lo atestigüe, si bien es verdad, podríamos plantear la cuestión de que dicha leyenda sí podría venir de la documentada existencia de una construcción que utilizaba el califa para pasar de su residencia previa a Medina Azahara, el Alcázar Califal, cuyos terrenos hoy día están ocupados por diferentes edificios, en este caso, para nuestro menester, el que más nos interesa es la actual sede del Obispado de Córdoba; y la Mezquita o el templo al que acudían los fieles para efectuar uno de los cinco pilares del islam, como son los cinco rezos al día.
Dicho lugar de paso privado para el califa y su familia se conocía por el nombre de sabat, igual que una de las mayores fiestas judías, pero con un significado completamente diferente. La última puerta de la fachada occidental del actual edificio catedralicio, lleva por nombre Puerta del Sabat, siendo ésta, la que comunicaba con dicho corredor que se erguía sobre la actual calle Torrijos y de cuya existencia dan fe las marcas de cobre que hay sobre la calzada delimitando la base de los dos pilares sobre los que se asentaba dichos aposentos. Estos dos pilares daban soporte a tres arcos sobre los que discurría la construcción del pasillo que se articulaba en dos plantas, que eran utilizadas una por el califa y la otra por su familia. Incluso sabemos por libros de pagos que entre lospilares y las fachadas de los edificios que tenía por función unir, se hallaban negocios como era una lavandería.
Conviene destacar que no se trató del primer sabat, habría uno anterior que haría las mismas funciones situado en la misma calle pero más arriba, cuya entrada a la Mezquita-Catedral sería la actual Puerta de San Miguel o Puerta del Obispo, dataría de la época del emir Abd-Allah(finales s.IX). Las posteriores ampliaciones del templo islámico provocan la destrucción de dicho corredor y su traslado hacia el nuevo muro de la qibla de época de Al-Haken II (s.X)
Volviendo al sabat califal según las crónicas debía contar con ocho puertas de las cuales cuatro se conservan en el interior de la Mezquita-Catedral en el actual Archivo Catedralicio, una quinta que es la que hoy da a la calle y que, anteriormente, hemos mencionado y las demás debían estar en el interior del espacio comunicador entre edificios y que fue destruido a principios del siglo XVII.
Refrendando los hallazgos arqueológicos también podemos citar la existencia de dos vistas panorámicas de la ciudad de Córdoba; una, obra de Antonio Vanden Wyngaerde (1567) y otra que se incluye en la obra Itinerarium Hispanae, de Martin Zeiller (1659), en las cuales se aprecia la existencia de dicho corredor sobre elevado.
Dicho pasillo acabaría en el interior de la Mezquita en la conocida como Puerta del Sabat, a la derecha del Mihrab, por donde el soberano y su familia accedían al rezo evitando así el perjuicio en la liturgia que la llegada del mismo pudiera provocar entre los fieles, así como la protección que se aseguraba de la figura de la familia real. Frente al muro de la qibla, se dispone la sala reservada a dicha familia para cumplir con las obligaciones que la liturgia islámica conlleva, la maqsura. Hoy día podemos ver delimitada esta zona con rejas, si bien, en época musulmana, se separaba al califa y su familia del resto de fieles a través de celosías.
También son conocidos otros pasajes que testimonios locales fueron añadido como madera al fuego de esta creencia popular sore el mito del túnel Mezquita- Medina Azahara y que no son más que conducciones hidráulicas de las diferentes civilizaciones que han habitado nuestra ciudad, pero que no tendrían como misión ser el mítico pasadizo que el califa recorría a lomos de su caballo para trasladarse desde su ciudad palacio al templo más importante de la ciudad (la Mezquita Aljama). Dentro de este tipo de construcciones podemos citar la del inmenso aljibe que hay bajo el Sham (patio o lugar abierto en las mezquitas para la práctica de las abluciones, por ejemplo, entre otras funciones de carácter religioso y/o judicial) llevada a cabo por Almanzor en su ampliación del Patio de los Naranjos, es decir, bajo la parte oriental del actual patio, pero volvemos a incidir en que tiene una explicación funcional y científica.
En este caso, ya hemos visto que es una leyenda, pero que hunde sus raíces en algo empíricamente demostrable, así que, haciendo uso del acerbo popular, cuando el río suena, agua lleva. Generación tras generación se ha ido transmitiendo la historia, con añadidos varios, pero cuyo origen, hemos descubierto se basa en algo real.
He aquí otro de los ejemplos de las mil y una historias que nuestro edificio más representativo esconde. Si quieres saber éste y muchos más secretos, retrotraerte a las diferentes épocas que fraguaron la actual Mezquita-Catedral de Córdoba, no lo dudes y ven con nosotros a descubrirlo de la mano de nuestros guías. No veas sólo arcos y columnas, descubre el alma de este monumento sin parangón.
¡Vente con Córdoba a pie!